Por qué necesito a Dios en mi vida

¿Alguna vez has pensado: “me siento vacío, necesito a Dios”? Si es así, no estás solo. Hay momentos en la vida en los que, a pesar de tener todo lo material, sentimos un vacío interior profundo, una especie de silencio en el alma que nada ni nadie puede llenar. Esta historia puede ayudarte a entender que hay esperanza, sin importar tu pasado.

Un hombre tenía dos personas que le debían dinero. Uno le debía 500 jornadas de trabajo, el otro solo 50. Ninguno podía pagarle. Pero, sorprendentemente, el acreedor decidió perdonarles la deuda a los dos.

Y ahora la pregunta es… quién crees que le estará más agradecido? Exacto, probablemente el que debía más.

Así que sí, uno debía mucho más que el otro. Pero al final, los dos estaban en deuda y eso, de alguna forma, nos representa a todos nosotros, espiritualmente hablando, todos tenemos una deuda con Dios. Algunos la hemos liado más que otros: algunos han mentido, otros han engañado, unos han robado, muchos han vivido sin pensar en las consecuencias… pero todos, de una forma u otra, nos hemos apartado de lo que es correcto.

Imagínate que Jesús se presentase ahora mismo frente a ti. ¿Cómo te sentirías? Probablemente abrumado, inseguro o incluso indigno, la realidad es que ninguno de nosotros estaría a su altura, eso es lo que la Biblia nos dice cuando afirma: «Todos hemos pecado y estamos lejos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23).

Nuestra deuda es imposible de pagar… por nosotros mismos.

Hoy en día, cuando alguien se endeuda demasiado, llega un punto en el que no puede hacer frente a los pagos. Tiene que buscar ayuda, soluciones…
En tiempos de Jesús, si no podías pagar, podías acabar en prisión, vendido como esclavo o forzando a tu familia a cubrir tu deuda.

Así sucede con nuestra deuda espiritual. Por mucho que lo intentemos, no podemos pagarla con buenas obras, ni rezando más, ni siendo “buena gente”.
Simplemente, no nos alcanza pero Dios lo sabía y nos dio una salida: envió a su Hijo, Jesús, para que pagase la deuda por nosotros, es a lo que llamamos gracia.

«El salario del pecado es la muerte… pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús» (Romanos 6:23).

Y si tú hoy estás diciendo: “me siento vacío, necesito a Dios”, lo que estás haciendo es reconocer esa necesidad de gracia que todos compartimos.

¿Y qué es exactamente la gracia?

La gracia es eso: recibir un favor que no mereces. Es algo que no se puede comprar, ni ganar; en nuestra cultura esto suena raro, incluso injusto, estamos acostumbrados a que todo se consigue a base de esfuerzo. Pero con Dios, la cosa funciona diferente. La gracia es gratis… pero no fue barata, le costó la vida a Jesús.

«Él fue traspasado por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados… y gracias a sus heridas, fuimos sanados.» (Isaías 53:5)

La gracia es para ti.

Sí, para ti. No importa lo que hayas hecho, tu pasado, tu nivel de fe o si has estado toda tu vida en una iglesia o no has pisado una en tu vida. Dios no tiene favoritos y todos necesitamos su gracia, y está disponible para quien la quiera recibir.

¿Te gustaría empezar una nueva vida con Jesús?

Si has llegado hasta aquí y piensas: “me siento vacío, necesito a Dios”, esta oración es para ti:

Señor Jesús, creo que eres el Hijo de Dios. Que moriste por mis pecados y resucitaste. Te pido que perdones mis errores y limpies mi vida. Te recibo hoy como mi Señor y Salvador. Gracias por tu amor y por tu gracia. Amén.

¿Y ahora qué?

Si has hecho esta oración, te damos la bienvenida a la familia de Dios.

Te animamos a:

  • Leer la Biblia cada día

  • Hablar con Dios (orar) desde tu corazón

  • Buscar una iglesia local donde puedas crecer junto a otros

¿Estás en Madrid?

Si vives en Madrid o estás de paso, nos encantaría conocerte y acompañarte en este nuevo camino. No tienes que caminar solo. Estamos aquí para ayudarte, escucharte y caminar contigo.

En Madrid o donde estés, si te sientes vacío y necesitas a Dios, su gracia está disponible hoy mismo.